Durante mucho tiempo, se pensaba que los líderes surgían por generación espontánea. Se buscaba a los líderes entre los estadistas, los militares heroicos, los jefes de la iglesia, los revolucionarios o los grandes empresarios. Se decía que eran personas sin experiencia, pero que tenían la capacidad de guiar y orientar a otros. Por otro lado, el liderazgo se consideraba como la capacidad que tenían algunos individuos para que los demás hicieran algo, incluso en contra de su voluntad. Para esto se podía recurrir al carisma o a la fuerza, pero además del liderazgo, hablamos aquí de autoridad, la capacidad de hacer que las personas actúen según los dictámenes de un individuo, ya sea por su carisma, por tradición o porque así lo determinan las leyes. Este liderazgo se denomina transaccional y se caracteriza por estar enfocado en la supervisión, la organización y el desempeño. Este tipo de líderes utilizan su autoridad para lograr que las personas hagan o actúen a través de un sistema de premios y castigos. Seguramente, estarás pensando en este momento en algún líder de este tipo con el cual has convivido, por ejemplo, un entrenador deportivo que impulsa sus entrenados para que se esfuercen al máximo para lograr la victoria. Si estuviste en el ejército, seguramente pasaste por un entrenador que demandaba el mayor esfuerzo físico bajo la amenaza de un castigo, o es posible que estuvieras en una empresa en la cual se promovían en bonos a los que generaban mayor producción o trabajaban más horas y se amenazaba a quienes no lograban cumplir con estas metas. En contraposición al liderazgo transaccional, se ha desarrollado la teoría del liderazgo transformacional. En esta, el líder fomenta las acciones de los demás, recalcando aquello que es importante. Si bien, es cierto, usa su carisma, no lo hace en beneficio personal, sino para inspirar a los demás hacía el cambio. Promueve la inteligencia, las ideas innovadoras y la resolución cuidadosa de los problemas. Así mismo, se esfuerza por tratar a cada persona individualmente, fomentando las habilidades particulares de cada uno de los que lo rodea. Los grandes líderes de la industria tecnológica, como Jeff Bezos, Reed Hastings y el mismísimo Steve Jobs, son ejemplos de liderazgo transformacional. Antes de decidirse por mantener una empresa o una idea segura a flote, lo que decidieron fue tomar decisiones arriesgadas, aunque razonadas, e incentivar la innovación y la creatividad. En resumen, para ser un líder transformacional necesitas inspiración y motivación, establecer una dirección estratégica y alinear a las personas y a la organización. Al final de este vídeo, te dejamos una lista de investigaciones que muestran cómo un enfoque transformacional de liderazgo promueve la innovación en las empresas, mejora el clima laboral, la satisfacción de los colegas, el compromiso con las metas comunes y el desempeño laboral. Y tú, ¿qué clase de líder eres? ¿Eres un líder transaccional o un líder transformacional? Te invitamos a seguir viendo estos vídeos y que sigamos platicando sobre liderazgo.